Por qué apoyamos los matrimonios interreligiosos en el Judaísmo Liberal?


Uno de los puntos de discusión más álgidos entre el Judaísmo Liberal e Independiente con la Ortodoxia y el Conservatismo o Masortí, es lo referente a los casamientos interreligiosos (mal llamados “mixtos”). Como es de conocimiento público, la Ortodoxia prohíbe so pena de múltiples castigos los matrimonios entre judíos y no-judíos, y en el Conservatismo se exige a la parte no-judía que se convierta al Judaísmo para poderse casar por jupá.

Si queremos ceñirnos a los fundamentos de la Torá, veamos como ejemplo el caso de Yosef Ben-Ya’akóv, quien luego de ser liberado de su prisión en Egipto y puesto por segundo al mando del imperio más poderoso de aquel entonces, se casó con Asenet hija de Potifar, sacerdote de On (Génesis 41,45). 

Asenet no era hebrea, no le rezaba al Dios de Yosef, pero aún así este matrimonio fue contado por la Halajá como válido, tanto que de ahí se le reconoció como integrantes de Am Israel a sus dos hijos: Efraím y Menashé[1].

Con sólo esta evidencia bíblica se demuestra que a Dios no le disgusta que los judíos y los no-judíos se casen entre sí. El amor de Dios supera cualquier barrera: la de nacionalidad, la de idioma, la de raza… y aún más, la barrera religiosa. Somos una sola familia creada por el Santo Bendito Sea, no deben existir ninguna clase de muros que dividan a los seres humanos.

Una vez más, la protesta ortodoxa y conservadora se levanta haciendo la advertencia de la asimilación, el temor a que desaparezcamos como Pueblo sigue latente. Mi opinión al respecto es que Am Israel jamás desaparecerá porque gracias a la ortodoxia y el conservatismo, éste subsistirá eternamente, ya que una de las funciones primarias que las ortodoxias religiosas cumplen es la de ser los salvaguardas de las claves fundamentales de identidad de cualquier religión (por eso l@s judí@s liberales e independientes no podemos odiar ni rechazar a nuestros correligionarios de la Ortodoxia y el Conservatismo).

Nada ni nadie puede detener los corazones de quienes se enamoran, se aman sinceramente y desean fundar una familia en la que el amor de Dios impere, en el que se cada cónyuge pueda profesar sus propias creencias religiosas y los hijos puedan saborear la santidad y la sabiduría de las religiones de sus papás.

En los Estados Unidos decenas de rabinos liberales ofrecen sus servicios de casamiento para parejas interreligiosas bajo este principio de amor universal.

Yo mismo soy testimonio viviente de cómo un matrimonio interreligioso no es un peligro para la subsistencia de l@s judí@s, sino que por el contrario, es su más grande fortaleza. Al estar casado con una catequista católica, hemos podido demostrarle al mundo cuántas cosas nos unen a los judíos y a los católicos[2], de cómo sí es posible que podamos estas dos religiones hermanas compartir e intercambiar tantas ceremonias, plegarias, enseñanzas y experiencias, sin que exista el peligro de la asimilación.

Por otro lado debemos ser realistas: en América Latina es muy difícil que un judío pueda conseguir exitosamente una pareja judía (a menos que pertenezca a una comunidad ortodoxa o masortí en la cual hay una persona dedicada a la labor de shadjám – casamenter@ - , o en el mejor de los casos viaje a Israel y allí encuentre una pareja judía); y aún peor si se trata de un judío reformista, progresista o liberal, que tiene que lidiar muchas veces en sitios web judíos de matching (ligue de parejas) con personas que son, o fanáticas, o en proceso de conversión al Judaísmo por la vía ortodoxa.

Los matrimonios interreligiosos son verdaderos laboratorios de paz y de amor, y allí es donde se ponen a prueba los corazones y se aprende a anteponer la felicidad del otro por encima de la propia felicidad. Pero al mismo tiempo, un matrimonio interreligioso es una verdadera prueba de fuego para una persona judía, ya que es allí donde se pondrá a prueba la solidez y convicción del Judaísmo que se profesa y se vive. Mi experiencia de más de 10 años de matrimonio interreligioso me ha permitido afianzar y consolidar cada vez más mis convicciones e identidad judías, y todo temor a la asimilación sencillamente jamás ha asomado. 

En un mundo polarizado y caracterizado por la violencia extremista religiosa, y en el que a pesar de la ferocidad de los discursos y las acciones de violencia en nombre de la religión, las parejas de diversas creencias se enamoran; y contrario a otras instituciones religiosas que prohíben el casamiento de parejas de creencias diversas por hallarse en "disparidad de cultos" o las casan con la condición de que uno de los los le imponga al otro y a sus hijos la religión del que oficia la boda... el Judaísmo Liberal e Independiente le apuesta por apoyar el amor de estos matrimonios y su deseo de fundar familias amorosas en el marco del respeto a las creencias del otro, razón por la cual abrimos las puertas de nuestras ceremonias nupciales incluso a parejas no-judías que desean consagrar su amos ante Dios (he tenido la oportunidad de casar a parejas de cristianos que desean consagrar su amor ante Dios por jupá, es decir, casarse por el rito judío).

A todos los matrimonios de credos diversos que dan ejemplo de amor verdadero, que encarnan el amor de Dios en su vida matrimonial por encima de las barreras religiosas, les seguimos animando a que sigan siendo los laboratorios de paz, el ejemplo de amor que el mundo necesita en estos críticos tiempos. Mazal Tov!






[1]  De aquí y de otros episodios bíblicos se encuentra la razón halájica por la cual el Judaísmo Liberal e Independiente admite además el linaje judío por parte de padre, ya que bíblicamente quien da la nacionalidad judía es el papá, no la mamá (véase también el caso de David y Betsabé, de quienes nació el Rey Salomón).

[2]   Véase mi libro Raíces Judías de la Iglesia Católica, en el cual tabulo más o menos el 70% de todo lo que tenemos en común judíos y católicos.

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