Denunciar y protestar: ese aspecto del Judaísmo Liberal que a nadie le agrada
Es importante
aclarar que, como en todas las demás religiones y pueblos, a los judíos no nos
gustan las guerras ni las peleas; queremos la paz, queremos vivir en paz con
todos los demás. Hilel HaZakén enseña: “sean discípulos de Aharón: amen la
paz, persíganla, amen a todas las personas y acérquenlas a la Torá” (Pirkei
Avót 1:12).
Pero
lamentablemente, mucha gente cree equivocadamente que, en nombre de la paz, hay
que quedarnos callados cuando los líderes políticos y religiosos son corruptos,
cuando los jueces y magistrados imponen inmoralidades e injusticias sociales
como normas a seguir, cuando se criminaliza a las víctimas y se victimiza a los
delincuentes, cuando no se resuelven las injusticias sociales; cuando roban,
asesinan, violan y estafan; cuando los medios de comunicación le mienten a la
ciudadanía o la desinforman, cuando se acepta socialmente que nuestra niñez y juventud
destruyan sus vidas con sustancias psicoactivas, juegos macabros y toda esa
basura que consumen en la televisión, la Internet y las redes sociales; cuando
a lo bueno se le llama “malo” y a lo malo se le llama “bueno”; cuando se violan
los Derechos Humanos, cuando no se respetan los mínimos cívicos…
… y hay que
reconocerlo con humilde honestidad: ante todo este oscuro panorama, muchos
judíos han optado por usar el Judaísmo como una burbuja de aislamiento, como un
mecanismo de evasión de nuestra responsabilidad del Tikún HaOlám
(reparación del mundo).
Ver cómo el mundo
se cae a pedazos mientras rezamos, guardamos Shabat, estudiamos Torá, celebramos
fiestas y observamos una dieta kosher, todo eso es muy cómodo. Esa es la parte
fácil de ser judío, y algunos perezosos se escudan en aquello que dice el
Sidúr: “estudiar Torá equivale a cumplir todos los preceptos”, para
sencillamente no hacer nada más en la vida!
Qué Clase de Paz
Defiendes Tú?
Durante toda mi vida
me he destacado por ser un “desadaptado social”. En la Secundaria me destaqué
por ser el revolucionario que peleaba con los profesores, con los rectores del
colegio y con mis propios compañeros de clase. Yo protestaba contra todo y
contra todos cuando veía injusticias, y me indignaba que nadie más protestaba:
por miedo, por conveniencia o por simple indiferencia.
Esta misma
situación la viví en la universidad, y la sigo viviendo todavía. Muchas
amistades he perdido por causa de mis protestas, en varias ocasiones he sido
amenazado de muerte, y en tres o cuatro ocasiones intentaron asesinarme.
Hay
muchas personas que, con tal de no tener problemas con nadie, prefieren no
decir nada; esto es un defecto de la personalidad llamado irenismo,
y en general la ética judía no aprueba el irenismo, sino que ordena protestar
cuando las circunstancias así lo exigen.
Has oído
decir: “no hay paz sin justicia”? Pues esta máxima está fundamentada en aquella
frase del Salmo 85: “tzédek v’shalóm nasháku (la paz y la justicia se
besan)”, y significa que la justicia debe estar presente para que exista una sociedad y un mundo en paz.
Rabí
Simón ben Gamaliel dice: “sobre tres cosas se sostiene el mundo: sobre la
justicia, sobre la verdad y sobre la paz” (Pirkei Avot 1:18). Esto
significa que la justicia debe llevar a una transparencia de actos y de
discurso, y el equilibrio de los dos conlleva a la paz. La injusticia y el
engaño que perjudica al otro, son dos contrapartes de la justicia y la verdad,
y son las que destruyen personas y colectividades.
Existe
una paz que no es establecida sobre esa base, sino que se impone de manera
imperialista y dictatorial. El vocablo latino PAX (que es de donde
deriva el castellano paz) denota la condición que la Roma
Imperial imponía en sus dominios mediante la brutalidad de su potente
maquinaria militar; a dondequiera que llegaban arrasaban con quien consideraran
enemigo potencial o manifiesto; y mientras las colonias romanas estuvieran bajo
control absoluto y sometimiento incuestionable al César y se hubieran
exterminado todas las huestes rebeldes, la PAX AUGUSTA estaba asegurada.
Esta
clase de paz es la que muchos sistemas políticos, sociales, económicos y
religiosos han querido seguir imponiendo en nuestra América Latina: la
situación en la que el opresor victorioso asegura su poderío con la condición
de que el sometido, o sea exterminado, o se someta al poderoso sin cuestionamiento
alguno, sin importar las necesidades, la dignidad y el sufrimiento del oprimido.
El
pensamiento judío liberal e independiente no puede aceptar esta clase de paz
porque es injusta e inmoral. No se puede aceptar una PAX en la que los
poderosos de cualquier sector sigan gozando de privilegios a la vez que a los de
abajo se les siga negando, atropellando o instrumentalizando sus derechos. La PAX
nada tiene que ver con el Shalom judío, palabra que denota
también “seguridad, integridad, estabilidad, armonía”.
Es una
Mitzvá Protestar
No es
una opción para un judío protestar, es una mitzvá! Si eres judí@, entonces no
es que quieras: es que te toca!
Basta
con revisar la historia de nuestros Profetas, en el Tanák, para darnos cuenta
de que, quien quiera ser un verdadero amigo de HaShem, debe estar dispuesto a
levantar su voz contra los pecados de su generación. No hubo profeta que no
protestara contra los políticos y sacerdotes corruptos de su tiempo, y contra
los pecados que la misma sociedad cometía. Ninguno se quedó callado. A muchos
los asesinaron, a otros los expulsaron de Eretz Israel para que murieran en
tierras extranjeras. A otros los encerraron por años en la cárcel. Y todo
porque fueron leales con HaShem y cumplieron lo la Torá ordena: “tzédek,
tzédek tirdóf!” (justicia, justicia perseguirás!; D’varím/Deuteronomio
16,20).
Fue lo
que hicimos hace poco cuando el Rabinato Superior de Israel tomó algunas
decisiones corruptas y en contra de la Torá misma, con el objeto de
auto-ratificarse ilegítimamente como la autoridad universal, absoluta, oficial y
única del Judaísmo Mundial. Muchos levantamos nuestras voces: protestamos,
denunciamos públicamente la acción corrupta de esos rabinos y los
desautorizamos sin temor alguno; llamamos a la desobediencia y a la objeción
halájica de conciencia, y a los rabinos deshonestos les advertimos que pagarán
ante HaShem las consecuencias de los crímenes cometidos contra Am Israel,
a menos que se retracten de todo lo que dijeron e hicieron.
Tenemos
la obligación de no quedarnos callados, incluso si se trata del mal
comportamiento de un judío. Debemos protestar. Debemos denunciar. Veamos
algunas halajót y mishnót:
“Cualquiera
que sea capaz de advertir reprochando a los miembros de su casa por
incumplimiento y no lo hace, es castigado y considerado culpable de los pecados
que estos cometan; por no advertir a la gente de su ciudad, es castigado por los
pecados de la gente de su ciudad, por no advertir al mundo entero, es castigado
por los pecados de todo el mundo”. (Shabat
54b).
“Aquel
que tiene la capacidad de protestar y no lo hace, al producirse el pecado por
su falta se le imputa a él”.
(Yerushalaim Shabat cap.5).
“El
silencio es un símbolo de aquiescencia. Si los Rabinos estaban presentes y no
protestaron, entonces estuvieron de acuerdo” (Gittin
56a).
“Todo
aquel que advierte a su amigo en aras del Cielo, merece la porción del Santo
Bendito Sea; aún más, un manto de gracia es concedido sobre él” (Tamid
28).
“Todo
aquel que sabe cómo advertir para corregir malas prácticas y así lo hace, trae
satisfacción al Creador” (Tana deve Eliyahu Raba, 3).
“Cada
Judío es responsable por los actos de otro Judío”
(Shavuot 39a).
“Aún los
perfectamente justos son considerados responsables por los pecados de su
generación… por no reprochar a los perversos”
(Midrash Tanjuma Mishpatim).
El
Shulján Arúj señala lo siguiente: “Es el deber de todo Judío protestar
contra los pecadores. Aquél que tiene la habilidad de protestar y no lo hace, es
considerado culpable por ese pecado” (Rema Yore Deah 334:48).
“La
razón por la cual murió la gente en la guerra civil fue: que HaShem dijo: ‘¡Por
Mi honor no han protestado, pero por el honor de mortales sí protestan!" (Sanedrín
103b).
Y
también encontramos: “del incidente con Pinjas, uno debe aprender a ser
celoso por HaShem cuando haya profanación del Divino Nombre de la Torá”
(Shela Hakodesh, diez alabanzas).
De quien
defiende públicamente a Dios, la Kabaláh le hace la siguiente promesa: “El
ángel de la muerte no tiene el mismo poder sobre una persona celosa por HaShem, que sobre otras personas” (Zohar 29b).
Nuestros
Sabios entendieron que muchas veces protestar contra los pecados de la gente
pone en peligro la vida de quien protesta, por eso la Kabaláh aconseja: “No
envidies a quien hace el mal, porque todo aquél que ve sus actos y no estimula el
celo, transgrede tres mandamientos negativos. Por esta razón una persona debe
cortar lazos con ellos y separar sus caminos de ellos” (Zohar 1, Pág. 239b).
En
América Latina vemos cómo muchas malas conductas éticas y morales (la
corrupción, los vicios, la falta de respeto a los padres, maestros y
autoridades, etc.) son, hoy por hoy, aceptados socialmente como algo “normal”.
Los jajamím de antaño nos dicen al respecto: “Por no protestar contra los
malvados, las generaciones subsiguientes aprendieron sus malos hábitos”
(Rashi Sota 41b).
En Este Caso, Perder es Ganar
Cumplir con la mitzvá de protestar y advertir genera
muchas pérdidas, pero quedarte en silencio y en indiferencia ante los problemas
te llevará a que lo pierdas absolutamente todo! Si protestas y denuncias te perseguirán, pero
si te callas y no haces nada al respecto, te convertirás en culpable ante Dios Bendito por
complicidad, porque bien lo reza el dicho: “el que calla, otorga”.
Muchos han perdido sus vidas por protestar y advertir,
pero a cambio ganaron la inmortalidad, el reconocimiento y la gratitud de las
generaciones que les sucedieron (en el Judaísmo creemos que la vida humana continúa después de la muerte, en el Olám Haba'á - Mundo Venidero - o también llamado Makóm - el Regazo de Dios). En cambio, de quienes los atacaron: quién se
acuerda de ellos? Y si se les recuerda, acaso no se les recuerda con vergüenza
y desprecio? En Colombia, el famoso humorista y analista político Jaime Garzón
fue asesinado por orden de políticos corruptos. Todos recordamos con cariño,
gratitud y alegría a Jaime y todavía disfrutamos con alegría de sus denuncias
políticas revestidas de humor… pero a sus asesinos intelectuales y materiales,
quién los recuerda o los respeta?
Protestar y advertir te puede causar muchos problemas.
Pero considera todo lo que puedes ganar a través de esos problemas: victorias,
honor, ganancias mucho mejores y más dignas, aprendizaje, fortaleza, admiración…
recuerda: se te puede cerrar una puerta, pero a cambio se te pueden abrir
muchas más. Malala Yousafzai, siendo apenas una adolescente, protestó duramente
contra los inhumanos talibanes y defendió el derecho de las niñas a la
educación; casi la matan pero sobrevivió al ataque, y se convirtió en una gran
lideresa mundial, ganó el Nobel de Paz por su heroísmo, y hoy día viaja por
todo el mundo enseñando y compartiendo su testimonio con millones de chicas y
chicos y animándoles a amar los estudios escolares y universitarios.
Protestar y advertir te puede poner incluso en aprietos
legales (especialmente en países donde hay dictaduras y gobiernos
totalitarios), pero a cambio, puedes ayudar a millones de personas a lograr el
respeto a sus derechos humanos, sociales y políticos,e incluso: puedes cambiar para bien el curso de la Historia. Nelson Mandela tuvo que
sufrir 27 años de prisión por defender los derechos humanos, sociales y
políticos de la inmensa mayoría negra en un país injusta y corruptamente gobernado
por una minoría blanca racista… pero a cambio su causa resultó victoriosa, y
terminó convertido en el presidente de Sudáfrica, y luego Nobel de Paz.
Protestar y advertir puede hacerte perder muchas
amistades. Pero considera esto: qué es más valioso para ti: la amistad con las
personas, o la amistad con Dios? Además, cuando protestas y adviertes, logras
descubrir quiénes son tus amigos de verdad, pues está escrito: “corrige al
sabio y te amará” (Mishlei/Proverbios 9,8). Cada vez que pierdes una amistad por causa de la justicia, es la respuesta que Dios te da a todas las veces que tú has rezado aquello que dice el servicio de Shajarít, en el Sidúr: "según sea Tu Voluntad, Señor Dios nuestro y Dios de nuestros padres: líbrame ahora y para siempre de un enemigo insolente, líbrame de un perverso, líbrame de un seductor depravado, líbrame de un acontecimiento funesto, líbrame de un juicio embarazoso, líbrame de un litigante enredoso, sea o no mi correligionario"; y también aquello que recitamos al final de la Amidá: "anula las intenciones y desvirtúa los propósitos de todos aquellos que quieran perjudicarme".
El Talmud además recuerda que “si un erudito de La
Torá es Amado por la gente de su ciudad, no es porque sea superior, sino porque
no les advierte respecto a los asuntos del cielo” (Ketubot 105b).
Protestar y advertir, para un judío, implica salir de
la zona de confort… pero a cambio, logra cambiar el curso de la Historia. Logra
cumplir con mayor eficacia la mitzvá central del ser judío: ser luz para las
naciones (Yishayahu/Isaías 49,6).
Entonces, qué decides? Estás en disposición de sufrir
un poco y levantar con valentía tu voz, con tal de cumplir exitosamente con la
mitzvá de reparar el mundo? O te quedarás ahí en tu zona de confort, creyendo
que con sólo rezar, guardar Shabat, observar dieta kosher y celebrar fiestas,
estás cumpliendo con toda la Torá, mientras el mundo se cae a pedazos?
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