Tienes el control sobre tu mascota? o es tu mascota que te controla?
Estamos de acuerdo en que el
maltrato animal es un crimen, y la Ley Judía es enfática en que tal conducta es
criminal. Y ya que todas y todos estamos de acuerdo en esto, y que sólo
personas odiosas y sin sentimientos lo contradirían, este shiúr no abordará
ese tema. Qué les parece, entonces, si nos vamos al otro extremo?
En los últimos años, ha aumentado
la cantidad de personas que tienen una mascota en casa. La tendencia se
mantiene en los perros y los gatos como los favoritos, pocos son quienes tienen
algún ave o un pez… pero hay quienes incluso, tienen un cerdo como mascota en
casa.
Y seguramente habrás escuchado a
decenas de personas decir “entre más conozco al ser humano, más amo a mi mascota”.
O tal vez has escuchado de los “perrhijos” , “gathijos” (perros o gatos
tratados como si fueran hijos humanos), que hasta se les compra ropa para
mascotas, se les paga un spa, un salón de belleza, y reciben de parte de su amo
todo el tratamiento que se le daría a un ser humano… tal vez has oído a alguien
decir “mi salud está mal, pero me moriría de pena moral si salgo de mi
mascota!”; también he visto conflictos de pareja en los que el dueño o dueña de
la mascota destierra a su pareja antes que salir de su mascota que está dando
problemas.
…y lo más terrible, es que la
Sociedad de Consumo le está haciendo creer a millones de personas, que todo
esto es “normal”, que no tener una mascota es ser “anormal”, y millones de
personas se lo están creyendo!
Puede el Judaísmo decir algo con
respecto a esta nueva situación? Veamos.
Cada Quien en la Posición que Dios
les Confirió
La Torá dice que el ser humano fue
creado b’tzélem Elohim (a imagen y semejanza de Dios; cf.
Bereshit/Génesis 1,26-27). El Judaísmo en general rechaza con contundencia
cualquier postura que pretenda despojar al ser humano de su naturaleza divina,
para rebajarlo e igualarlo a todos los demás seres vivientes.
Aunque la genética demuestre que el
genoma humano es similar a muchos animales, el homo sapiens sapiens está
y seguirá estando por encima de todos los demás seres en dignidad, en atributos
y en habilidades.
Por eso la Torá es inaceptable para
todas aquellas filosofías, teorías, ideologías y tendencias que buscan
humanizar a los animales o animalizar al ser humano. Pues, lo-la! Lo-lamentamos!
Por otra parte, la Torá también
dice que Dios le dio poder al ser humano por sobre toda la creación. En Bereshít/Génesis
1,26 encontramos que el Santo Bendito Sea crea al ser humano para “v’irdú
bidnát hayám, ub’óf hashamaím, ubavhemáh uvjól-ha’aretz, uvjól-harémez harómes
al-ha’arétz” (que gobierne sobre los peces del mar, y sobre las aves de los
cielos, y sobre el ganado, y sobre toda la tierra, y sobre todo insecto y sobre
todo animal que se arrastra sobre la tierra).
El verbo que la Torá usa para
hablar de “gobernar” en este pasúk/versículo, es radáh, y radáh
hace referencia al acto de un rey que ejerce soberanía y control político y militar
sobre un reino. La soberanía humana sobre toda la Creación está ratificada por
Dios mismo en Bereshít/Génesis 1,28-30 (aquí también se ratifica cómo Dios
autoriza a los seres humanos para que se alimenten de la carne de los animales,
norma que HaShem reglamenta para los israelitas en Vayikrá/Levítico capítulo
11, por lo que queda totalmente descartado cualquier intento de justificar bíblicamente
el veganismo).
Habiendo analizado el contexto del
verbo radáh (gobernar, regir, dominar con poder de realeza), y la
expresión v’irdú (que gobierne), queda claro entonces que el Judaísmo
defiende la soberanía humana por sobre todos los demás seres vivientes. Sobre
este señorío, hay que evitar dos extremos: a) destruir lo que se gobierna – que es lo que
hacen las multinacionales, las industrias y toda persona que maltrata a los
animales, que arroja basura en la calle, que desperdicia o contamina el agua, y
que no valora la importancia de cuidar del Medio Ambiente –, y b) cambiar los
roles, es decir, que el ser humano sea el dominado y los demás seres vivientes
los dominadores.
Convertirte en el Sirviente de Tu
Mascota, También Cuenta como Avodá Zará (Idolatría)
En Egipto le rendían culto religioso a los animales. En esta ilustración, una mujer egipcia haciendo un acto de adoración a la diosa Bastet, que era representada en forma de gata.
Vamos a subirle el tono a esta
reflexión. Vayamos a Sh’mót/Éxodo 20,3-5, los 10 Mandamientos que muchos creen
sabérsela correctamente. Analicemos el Primer Mandamiento, que es: no tener
otras deidades aparte del Ser Supremo, el Hacedor del Universo, el Santo
Bendito Sea; y el Segundo: no hacerse imágenes de todo lo que exista con fines
de adoración o serviles.
Ahora bien, si nos fijamos
cuidadosamente en el Segundo Mandamiento, tal y como aparece en la Torá, “hacerse
una imagen” no es sólo la situación de las esculturas religiosas. Hay que ir
mucho más allá: hacerse una imagen es tomar cualquier cosa que exista en el
Mundo Físico o en el Mundo Espiritual; con qué objeto? El versículo 5 lo
explica: “lo-tishtajavéh lahém v’lo ta’avdém” (no te postrarás ante
ellas, y no les servirás).
Lo-tishtajavéh lahém; esto es, no usarás nada de lo que
existe para rendirle culto religioso, adoración sagrada. Era lo que hacían, por
ejemplo, muchos pueblos antiguos del Medio Oriente: le rendían culto religioso
a ciertos animales, y así el ser humano quedaba rebajado a tal punto, que se
ponía por debajo del nivel de los animales, traicionando así el estatus
original que Dios le confirió sobre todos los seres vivientes.
Lo ta’avdém; esto es, no estarás al
servicio de ellos. Aquí la Torá usa el verbo avód, que tiene
connotaciones de labor servil, de hacer algo para alguien en condiciones de
sometimiento; de ahí se deriva la palabra avodáh (servicio), la clase de
servicio que prestaban los esclavos, los siervos domésticos, los peones de las
fincas y los vasallos o campesinos del Régimen Feudal en la Europa de la Edad
Media. Era por tanto, una labor ejercida en la posición de sometido, no de
alguien que presta un servicio a otra persona en igualdad de condiciones y de
dignidad.
Por lo tanto, se incurre en avodá
zará (servicio extraño, lo que en Occidente se ha traducido como “idolatría”),
es decir, en una conducta indebida de servicio o de atención contraria a lo que
la Torá ha dictaminado.
HaShem nos está ordenando que no nos
pongamos en una posición que eclipse nuestra relación directa con Él, y que no
permitamos que NADA absorba nuestra devoción y atención que no permita
entregarnos por completo a Él. De eso se trata la Gran Mitzvá: “v’ahavtá et
Adonai Eloheja, bejól, levavejá, uvjól nafhesjá, uvjól meodéja” (Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas;
cf. D’varím/Deuteronomio 6,5). Cuando descargas sobre tu mascota todo tu amor,
no estás amando a Dios con todo tu ser… porque cambiaste a Dios, el Creador de
tu mascota, por una criatura creada por Él.
Y cómo podemos demostrarle a Dios
que le amamos? Aquí entra en juego la Segunda Gran Mitzvá “v’ahavtá lereajá
camója” (amarás a tu prójimo como a ti mismo; cf. Vayikrá/Levitico 19,18);
este mandamiento no lo puedes aplicar a tu mascota, porque la palabra hebrea re’a
(que traduce “vecino, compañero, amigo, camarada, correligionario, pana en
Venezuela, cuate en México, parceiro en Brasil, lanza
entre los militares colombianos o llave, parcero o parce entre
los jóvenes colombianos) sólo es posible aplicarla entre seres humanos: por sus
múltiples vínculos sociales que se tejen, por todo lo que comparten en su
cotidianidad, por el intercambio de ideas, porque el uno vive por el bienestar
del otro, porque el otro ser humano con el que interactúas es igual que tú: imagen
y semejanza del Eterno, por tanto su existencia es mucho más sagrada que la de
todos los demás seres vivientes.
Ya sabiendo qué es lo que la Torá
nos dice con respecto a los roles que humanos y animales debemos manejar, aquí va
mi pregunta: eres el amo de tu mascota? O por el contrario, tú eres las mascota
de tu mascota? Cómo sabes si tu relación con tu mascota es sana, o enfermiza?
Ten una Mascota, Pero con
Sabiduría: Observaciones a Tener en Cuenta
Este soy yo cuando tenía 6 añitos de edad. Nunca olvidaré a esta perra dálmata que acompañaba a mis abuelos en su finca de El Espinal, Tolima. Mis abuelos y mis padres nos enseñaron a cuidar con sabiduría de las mascotas.
Tienes que recordar el principio de
las relaciones humano-animal del famoso Encantador de Perros Cesar Millan: “tratar
a una mascota como a un humano, es maltrato animal”. Este principio lo
están replicando miles de expertos en relaciones zoo-humanas… pero lamentablemente,
la gente no quiere escuchar, no quiere aprender!
Sabías que muchas personas
adquieren una mascota para llenar vacíos afectivos? Muchas veces no lo hacen
por fines altruistas, así que revisa cuidadosamente si tienes la suficiente preparación,
conocimiento, habilidades y sobre todo: la suficiente centralidad mental y equilibrio
emocional para hacerte cargo de una mascota sin que se deterioren tus
relaciones humanas y tus obligaciones de cada día… y esto es sólo para comenzar.
Una mascota que da problemas en
casa porque tú sales de casa todo el día y no hay nadie más que esté alerta a
su comportamiento y necesidades, está sufriendo maltrato animal… y no puedes
culpar a nadie más de esta situación: es tu culpa, tú lo causaste! Dios Bendito
no creó a los animales para que los mantengamos encerrados, encadenados ni
enjaulados, y mucho menos para tenerles como un adorno más de la casa. Si tú trabajas
en jornada completa o te la pasas viajando, es muy simple: no debes tener una
mascota, no tienes la idoneidad para cuidar debidamente de ella, y tu vanidad
egoísta tendrá consecuencias en tus vecinos (porque no soportan los ladridos de
tu perro todo el día y todos los días!), en tus zapatos, en tus muebles, en tu
ropa llena de pelos… y créeme que no es para nada agradable ver tu casa o
apartamento convertido en un mini-Chernobyl (no se puede ni respirar por los
olores que tu mascota expide) o en campo minado (porque hay popó y charcos de
orina por todo lado!).
Nunca humilles a una empleada
doméstica ni al personal de seguridad de tu apartamento, ni a ninguno de tus
empleados, exigiéndoles que se encarguen de cuidar de tu mascota. Esa no es su
función, ellos no tienen la preparación ni el entrenamiento adecuado para hacer
tal tarea… y de hecho, ellos no tiene por qué hacer lo que a ti y solamente a
ti, te corresponde hacer! Uno de los más graves errores de Occidente (y en
parte, de ahí su decadencia como civilización), es que obligan injustamente a
otras personas a hacer las tareas que nadie más tiene que ejecutar. Eso se
llama servidumbre, y es lo mismo que esclavitud. Y el Dios que liberó a Am Israel
de la esclavitud de Egipto, no tolera que ningún ser humano someta a servidumbre
a ningún otro ser humano!
Una cosa es cuando tu mascota hace
algunas cosas divertidas que tú le enseñas (yo opino que no hay nada de malo en
ello, desde que no la presiones a cumplir con tus caprichos!), pero otra
totalmente diferente es cuando buscas que tu mascota se comporte “humanamente”
y le das exactamente ese tratamiento: le pones vestidos, zapatos, le envías al
spa, le compras múltiples juguetes, coches, perfumes, joyas… dejas que tu
mascota duerma en la misma cama que tú y contigo, hasta le enseñas a hablar
como a un humano!
Hablarle a tu mascota, en
principio, no es malo, los humanos lo hemos hecho por miles de años… pero
tienes que preocuparte cuando tus relaciones sociales con otros seres humanos
se deterioran, terminas aislándote de los demás, e inviertes más del 10% de tu
tiempo interactuando con tu mascota como si se tratase de un ser humano. En ese
caso tienes que ir a un profesional en psicología, porque algo muy grave te
está pasando, no es correcto ni bueno lo que te está ocurriendo.
Alerta cuando te refieras a tu
mascota como “mi hijo, mi hija”. Absolutamente NO! Tus hijas e hijos son los
seres humanos que nacen de tu vientre o los que tú adoptas, y les educas para
que continúen el legado que tú vas a dejar a la Humanidad a través de ell@s; y
los humanos jamás tratamos ni debemos tratar a las mascotas en igual o superior
nivel que a nuestras hijas e hijos.
"Tratar a una mascota como a un humano, es maltrato animal" (Cesar Millan).
No olvides en caso de los esposos
Turpin en Perris, California (Estados Unidos), quienes maltrataron y mantuvieron
encadenados y aguantando hambre a sus 13 hijos, pero que les dieron la mejor
vida a sus dos perros. Cuando tratas mal a los seres humanos, pero te deshaces
en atenciones con tus mascotas, es señal de que algo anda muy mal en tu cabeza.
Ve a un psicólogo y pide ayuda profesional para superar tu conducta asocial,
antes de que acabes cometiendo una estupidez!
Cuando tienes una mascota, no debes
pensar sólo en tu placer, tienes que pensar objetivamente en el bienestar de los
demás seres humanos… comenzando por quienes viven contigo. No puedes sacrificar
tu propia salud o la salud de tus familiares, sólo por aferrarte al capricho egoísta
de tener una mascota (de hecho, una mascota en perfectas condiciones de salud
no debería dejar pelos en el sofá, en el tapete, en tu ropa ni en tu cama;
consulta con el veterinario estas cuestiones, él te dirá qué alimentos y medicamentos
son los indicados para tu mascota).
Si tú o alguno de tus seres
queridos sufre de alguna enfermedad respiratoria u otra clase de alergia por
causa de la presencia de tu mascota, o si es zoofóbica (no culpes ni humilles a
tus seres queridos con descalificativos de “cobardes” porque no se llevan bien
con tu mascota: no todos los seres humanos estamos en capacidades de convivir
con ningún animal, bien sea por un trauma de un ataque animal en la niñez, o
porque jamás hubo interacción temprana con mascotas), es mejor sacarla de casa
y que otra persona con mejores condiciones que tú, se haga cargo de ella. No
sacrifiques tu vida ni la de tus seres queridos por darle prioridad a tu
mascota.
No puedes poner en riesgo la seguridad
de los demás (ni mucho menos la tranquilidad de los vecinos) para satisfacer
tus caprichos. Un perro de gran tamaño o agresivo, o un gato hostil, te pueden
causar incluso problemas judiciales por lesiones personales contra otras
personas. Una mascota feliz, bien cuidada y bien entrenada, no tiene por qué
agredir a ningún ser humano, ni mucho menos a otras mascotas.
La tenencia de tu mascota no debe
deteriorar tus finanzas. De hecho, los gastos mensuales en tu mascota nunca
deberían superar el 5% de tus ingresos. Si tu mascota demanda gastos superiores
a ese porcentaje, deberías reconsiderar seriamente la adopción; si por el
contrario, dejas avanzar la situación, irremediablemente acabarás en
bancarrota.
Una mascota debe gozar de un
espacio amplio para que se desplace con tranquilidad, y preferiblemente debe tener
alguna zona verde a su disposición. Está demostrado que los apartamentos jamás
son ideales para ninguna mascota, por más pequeña que sea, porque el estrés del
encierro y del espacio reducido harán que tu mascota busque alguna manera de
canalizar su desespero por el encierro: morder tus zapatos, rasgar el sofá o
las cortinas, y cientos de desastres más. Sabiduría, por favor! Sabiduría!
Tampoco puedes ni debes sacrificar
tu felicidad conyugal o familiar por aferrarte a tu mascota; no caigas en la
estupidez de muchas personas que prefieren destruir lo que hubiera podido ser
un matrimonio o una familia feliz para toda la vida, por darle supremacía a su
pequeña compañía. Ninguna mascota podrá reemplazar ni compensar la partida de
tus seres queridos que te abandonan porque prefieres a tu mascota más que a
ellos.
En conclusión, tener una mascota en
sí, no es malo. Todo lo que ayude a cuidar de los demás seres vivientes que
Dios creó, es bueno y noble. Pero no todos los animales son aptos para que
sirvan de mascotas en un ambiente urbano, y no todas las personas están realmente
preparadas para cuidar de una mascota, por más sentimientos que inviertan en
ella.
Debemos evitar cualquier situación
que nos reduzca a servidumbre y pisoteé nuestra dignidad y rol como imagen y
semejanza del Santo Bendito Sea. La Torá nos recuerda siempre que somos los
amos de nuestras mascotas, y nunca debemos permitir que ese rol se invierta. El
equilibrio y la armonía entre animales y humanos, se garantiza cuando nos
aseguramos de que cada quien esté en el lugar y en el rol que le corresponde
estar. Si te aseguras de que este principio se cumpla a rajatabla, entonces
eres una persona digna de ser llamada Guardián(a) de la Naturaleza!
Comentarios
Publicar un comentario