El Tercer Templo: en realidad lo necesitamos?


Este shiúr levantará ampollas y causará iras entre los religiosos ultra-sionistas (tanto judíos como cristianos), así que no espero nada diferente de insultos, maldiciones, amenazas de muerte y descalificaciones. Pero es necesario que el Judaísmo Liberal e Independiente responsa ante el interrogante de un posible Tercer Templo en Jerusalén.


Un Poco de Historia para Ponernos en Contexto

Comencemos explicando a los poco entendidos en el tema, que en tiempos bíblicos el rey David y su hijo el rey Salomón, construyeron un Templo para que allí se pudieran efectuar los sacrificios diarios, festivos, penitenciales, de acción de gracias y de purificación, establecidos en la Torá. A este lugar le damos el nombre en hebreo de Beit HaMikdásh (la Casa Sagrada).

La palabra hebrea para sacrificio es korbán, y con este vocablo estamos hablando de matar animales, derramar su sangre y quemar sus cuerpos en un Altar enorme que se había construido para tal fin; estos sacrificios o korbanót iban acompañados de sal, ofrendas vegetales y aromáticas, dependiendo de la clase de sacrificio que se estuviera ofreciendo.

Ningún israelita podía efectuar estos sacrificios, esto era oficio exclusivo de los Cohaním, varones descendientes de sangre de Aharón, el hermano mayor de Moisés, de la tribu de Leví. Así que no es correcto hablar del “culto levítico”, porque los Levitas (miembros de la tribu de Leví) no eran responsables de efectuar estas ceremonias de sangre, aunque sí estaban a cargo de muchas otras cosas en el Beit HaMikdásh.

El culto cohanímico se interrumpió para siempre en el año 70, cuando el Imperio Romano al mando del general Tito destruyó el Templo (era la segunda vez que esto ocurría, la primera destrucción la efectuó el rey babilonio Nabucodonosor en el año 587 a.e.c.). Pero tres semanas antes ocurrió la primera parte de la tragedia: los Cohaním trataban de adquirir animales kósher del ejército enemigo, para efectuar el sacrificio diario; entregaban a los romanos, a través de la muralla, dos baldes llenos de monedas de oro. El 17 de Tamúz del año 3830 (aproximadamente el 12 de julio del año 70 e.c.), los romanos tomaron el oro y en lugar de dos animales kósher, pusieron 2 cerdos (Yerushalmí Taanit Cap. 4). Desde ese día, no se pudo volver a efectuar sacrificios en el Templo.

Hablemos del Tercer Templo

Seguramente habrás oído hablar, o habrás leído acerca de la “inminente” reconstrucción del Tercer Templo. He explorado la literatura y las noticias (muchas de ellas son realmente fake news, falsas noticias) existente al respecto… y me llama la atención cómo el tema le interesa más a los cristianos apocalípticos que a los mismos judíos! La Ortodoxia judía se ha esmerado en identificar mediante estudios de ADN a los Cohaním. Es interesante! Si eres varón judío, al ir a Jerusalén a rezar al Kotel HaMaaravi (el Muro Occidental, lo único que queda de pie del Templo), te dan una palita para que la frotes en tu paladar y así, por el ADN que se recoja de tu saliva, se pueda identificar si tienes el “Cromosoma Cohen”; si esto ocurre, se te da un certificado y entras a la lista de los que, cuando se reconstruya el Beit HaMikdásh, podrán entrar a realizar los sacrificios bíblicos de antaño. Incluso! Se dice que ya se tienen en Jerusalén las vestimentas sacerdotales y los objetos sagrados para restituir los sacrificios cohanímicos. Algunos hablan de hasta la reaparición de una “vaca roja”, cuyo sacrificio reinauguraría el culto cohanímico.

La Ortodoxia judía habla de que la reconstrucción del Templo será una de las señales inequívocas de la Venida del Mashíaj. Para los cristianos apocalípticos, es la señal del Anticristo (pues ellos esperan a que el Anticristo dirija la reconstrucción del Templo y se autoproclame allí mismo emperador del Universo, y entonces ocurrirá la Gran Guerra Mundial de “todas las naciones contra el Estado de Israel” que marcará el regreso de Jesucristo).

Y en ese afán, algunos fanáticos religiosos han intentado plantar desde hace casi 20 años, explosivos de alto poder para destruir las dos mezquitas que coronan la Explanada del Templo en Jerusalén (Al-Haram al-Sharif, mejor conocida como “el Domo de la Roca”, y la Mezquita Al-Aqsa).

Este es un montaje fotográfico acerca del anhelo sionista radical de la destrucción de las Mezquitas en la Explanada del Templo, y la construcción del Tercer Templo.

La Escritura y el Talmud Dan Respuestas

HaShem No Quiere Templos, Por Eso Permitió la Destrucción del Beit HaMikdásh

Al estudiar la Tanáj (Biblia Hebrea, llamada por los cristianos “Antiguo Testamento”), vemos cómo HaShem inicialmente aprueba la construcción de un Templo fijo para el culto cohanímico, pero no porque Él lo necesitara ni lo quisiera, sino porque David HaMélej/el Rey David lo quería. Una lectura cuidadosa de 2ª. Samuel 7,1-17 y 1ª. Crónicas 17,1-27 así lo demuestra.

Pero después, el Hacedor del Universo vio cómo la corrupción de los Cohaním y la conducta del pueblo iban en contra de Su Voluntad, hasta se llegó a un punto en el que la gente le daba más importancia a los ritualismos de la Torá que a la ética misma de la Torá. HaShem mismo lo denunció: “porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en Mi Casa [el Templo] hallé su maldad, dice el Señor” (Irmiahu/Jeremías 23,11); “¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta Casa sobre la cual es invocado Mi Nombre? He aquí que también Yo lo veo, dice El Señor” (Irmiyahu/Jeremías 7,11).

HaShem anunció por boca del profeta que Él mismo se encargaría de destruir el Beit HaMikdásh: “Y esta Casa [el Templo] se convertirá en un montón de ruinas, todo el que pase quedará atónito y silbará; y dirán: ¿Por qué ha hecho así el Señor a esta tierra y a esta casa?” (1ª. Reyes 8,9).

El profeta Irmiyahu /Jeremías lo reconoció así cuando escribió en el libro de las Lamentaciones: “[El Señor] quitó su tienda como enramada de huerto, destruyó el lugar en donde se congregaban; el Señor ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los días de reposo en Sion, y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote. Desechó el Señor Su altar, menospreció Su santuario” (Lamentaciones 2,6-7).

Una cita bíblica usada por los defensores de la reconstrucción del Templo, es Daniel 9,25 “Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”. Según los ultra-sionistas, esta es la prueba que demuestra que el Beit HaMikdáh será reconstruido. Pero si tú te fijas bien, el versículo reza que se reconstruirán “la plaza y el muro de la cuidad”… en ninguna parte se menciona que el Templo será reconstruido!

El Talmud, por su parte, nos cuenta algo aún más desafiante: dice que el Beit HaMikdásh fue destruido por causa del sinat hinám (odio mutuo) entre los mismos judíos (Yoma 9b). Así que ningún Templo será reconstruido mientras existan judíos que odien a otros judíos. Y la situación actual es demasiado desalentadora, pues así como estamos combatiendo el antisemitismo (que busca destruirnos a los judíos desde afuera), de igual manera estamos teniendo que combatir el judeofascismo (que busca destruirnos a los judíos desde adentro); y el panorama de hoy día no promete mejorar en el corto plazo, por lo que quienes sueñan con el Beit HaMikdásh reconstruido en nuestros días, tendrán que bajarse del autobús!

Y hay más: Rav Shimón Jasida, instruyendo sobre el ayuno de Tishá B’Av (que es cuando se recuerda con ayuno y luto la destrucción del Templo), dice que el ayuno y el duelo serán prohibidos “cuando haya paz” (Rosh HaShaná 18a). Rashi explica que esta expresión “cuando haya paz”, se refiere a cuando el Templo sea reconstruido; “cuando haya paz”, es entendido por los ultra-sionistas como la soberanía judía sobre la Tierra de Israel (hoy día el Estado de Israel), y se inicien los preparativos para la reconstrucción del Templo.

Pero la interpretación más acertada de esta mishná es que el Beit HaMikdásh no será reconstruido hasta que haya paz en el mundo. Y la razón es muy sencilla: no se puede pretender que el Templo sea reconstruido destruyendo los templos de otras confesiones que también adoran al Dios de Abraham, Moisés y los Profetas (en este caso, las dos mezquitas que descansan en la Explanada, sobre las ruinas del Beit HaMikdásh). Los esfuerzos de los sionistas radicales por destruir las mezquitas Al-Haram al-Sharif y Al-Aqsa (causando así la ira de 1800 millones de musulmanes) son diabólicos en todo sentido porque se está actuando con base en el odio y no con fundamento en la paz; no se puede pretender “agradar a Dios”, “hacer la Voluntad de Dios” lastimando a los demás, y aún en este caso, profanando o destruyendo lo que es sagrado para millones de personas. El Gobierno Israelí es consciente de esta delicada situación, y no puede, por darle gusto a los sionistas radicales, faltar a su palabra de honor escrita en la Declaración de Independencia: “el Estado de Israel protegerá la santidad e inviolabilidad de los Lugares sagrados y santuarios de todas las religiones y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas”.

HaShem No Quiere Más Sacrificios Religiosos de Animales

Como ya saben, en el Judaísmo Liberal e Independiente no reconocemos la Torá como un libro 100% divino, sino que reconocemos que existen muchos elementos humanos combinados con el mensaje celestial. Para la Ortodoxia judía, es una blasfemia afirmar que la Torá no es la Palabra de Dios. Para nosotr@s, judí@s liberales e independientes, es una blasfemia atribuirle a HaShem sentimientos, actitudes y palabras propias del egoísmo, el odio y la arrogancia propia de los seres humanos; por eso usamos el Método Histórico-Crítico: para diferenciar claramente qué si es de Dios y qué es de humanos.


Una de las razones que esgrimen muchos sionistas religiosos para justificar su campaña, es que es urgente la reconstrucción del Beit HaMikdásh para restaurar los sacrificios ordenados por el Santo Bendito Sea en la Torá. Es ese es el verdadero deseo de HaShem? Que se vuelvan a matar sistemáticamente animales y se vuelva a derramar sangre para “agradarle”, para rendirle culto?

Pareciera que hubiera una fuerte contradicción en la Tanáj; por un lado, la Torá describe en detalle qué sacrificios y holocaustos de animales debían hacerse, pero por otro lado encontramos que HaShem dice por boca del profeta: “Así ha dicho El Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. Porque no hablé Yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres” (Irmiyahu/Jeremías 7,21-26).

Esta querella del Santo Bendito Sea va exactamente en sintonía con estas otras expresiones que encontramos en la Tanáj:

“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Osheah/Oseas 6,6).

“Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado” (Salmo 40,6).

“Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto” (Salmo 51,16).

“¿Para qué a Mí [El Señor] este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios me agradan” (Irmiyahu/Jeremías 6,20).

“Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados” (Amós 5,22).

“¿Para qué me sirve, dice El Señor, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo” (Ishayahu/Isaías 1,11-16).

“El que sacrifica buey [para el culto del Templo] es como si matase a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, también Yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada” (Ishayahu/Isaías 66,3-4).

“Mi Casa será llamada casa de oración para todas las naciones” (Ishayahu/Isaías 56,7). una hipotética reconstrucción del Templo no puede en ningún momento ser la restauración de sacrificios de animales (que como ya vimos, no es lo que HaShem desea realmente); este Beit HaMikdásh sólo podrá ser una “casa de oración”, no una “casa de sacrificios”.

No será que la insistencia de restaurar los sacrificios (korbanót) es más un capricho de la vanidad y la arrogancia? y que para legitimar este injusto e innecesario derramamiento de sangre, se le está haciendo decir a HaShem lo que Él jamás dijo?

Por todas estas razones bíblicas, el Talmud explica en diversas mishnót que Dios dispuso que los sacrificios del Templo fueran reemplazados por plegarias y el estudio de la Torá. Veamos:

Rabí Yohanan dijo: "Los eruditos que estudian las leyes del servicio del Templo, la Escritura lo considera como si el Templo estuviera reconstruido en sus días" (Menajót 110a).

Resh Lakísh dijo: “quien estudie Torá, es como si hubiera sacrificado [ofrendas](Menajót 110a).

Rabí Yehoshúa ben Levi dijo: “las plegarias fueron instituidas en lugar del Korbán Tamíd [el sacrificio perpetuo o cotidiano, de la mañana y de la tarde] (Berajót 26b).

“Rabán Yohanan ben Zakai y Rabí Yehoshúa una vez vieron las ruinas del Templo. Rabí Yehoshúa dijo: ¡Ay de nosotros que este, el lugar donde expiaron las iniquidades de Israel, sea destruido! – Hijo mío, respondió Rabán Yohanán -, no sufras; tenemos otra forma de expiación tan efectiva como esta. - ¿Y cuál es? – Las obras de misericordia” (Avot de Rabí Natan, Versión A, Capítulo 4).

“... Dijo Dios: en este mundo, un sacrificio efectuó la expiación de ellos [el Pueblo Judío], pero en el Mundo Venidero perdonaré vuestros pecados sin sacrificios...” (Tanhuma Sheminí, párrafo 10). Esto quiere decir que antes se sacrificaba animales para perdonar pecados, pero ya no se necesita hacer eso, porque HaShem “en el Mundo Venidero”, lo que también puede ser traducido como “desde el Mundo Venidero”, perdona los pecados sin necesidad de matar animales.

El Templo Ideal de Dios No Puede Discriminar entre Judíos y No-Judíos

Volvamos a la Tanáj, a la cita bíblica que muestra lo que HaShem dice con respecto al Templo que Él desea: “Mi Casa será llamada casa de oración para todas las naciones” (Ishayahu/Isaías 56,7); y también: “Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán Tu Nombre” (Salmo 86,9).

Toda la experiencia de los no-judíos ante el Beit HaMikdásh fue siempre segregacionista. Ningún no-judío podía ingresar a él! Había una plazoleta habilitada para que los no-judíos rezaran, pero esta plazoleta, conforme a los planos que se han dibujado del Templo, demuestran que los no-judíos rezaban realmente fuera del BeitHaMikdásh, nunca en su interior porque no se les permitía el ingreso! Cómo puede ser llamado un Templo “casa de oración para todas las naciones” si nadie que crea en el Dios Único Creador del Universo puede entrar libremente para adorarle?

Un apunte personal: sueño con el día en que los cristianos y los judíos podamos ir libremente a La Meca (Arabia Saudí), ingresar a la Gran Mezquita Masjid al-Haram, y acercarnos a la Ka’aba para rezar junto con nuestros hermanos musulmanes al Dios de Adám y de Abraham (el constructor y restaurador respectivamente de este, el primer santuario erigido al Dios Único según la tradición coránica). Sueño con el día en que cristianos y musulmanes puedan acercarse libremente al Kotel HaMaaravi o que puedan ingresar libremente a cualquier sinagoga, para que recen junto con nosotros los judíos. Sueño con el día en que judíos y musulmanes podamos ingresar juntos a la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, o al Templo Mormón en Saint Lake City, o a la Catedral de San Basilio en Moscú, y junto con nuestros hermanos cristianos podamos rezar juntos al Dios Único.

Hoy día, en el Kotel Hamaaravi, el acceso a los no-judíos es aún muy restringido por causa del monopolio abusivo que la Ortodoxia judía ejerce. El Kotel es de todas y de todos, no es propiedad de unos pocos. Además, la lucha incesante y valiente de nuestras hermanas, las Mujeres del Muro, aún es constantemente amenazada por la misoginia y el fanatismo de quienes creen (sin evidencia alguna en la Torá) que es una gravísima blasfemia y profanación el que varones y mujeres recen juntos en el mismo lugar.

Conclusión

En estos tiempos de fanatismo apocalíptico, las judías y judíos liberales e independientes debemos mantener una postura racional y serena ante el Beit HaMikdásh. La Escritura y el Talmud nos han dado luces, y nuestra tarea debe ser: no dejar de rezar, no dejar de estudiar Torá y no dejar de vivir por el bienestar de los demás. Estas tres cosas superan por completo cualquier construcción de templos y cualquier matanza de animales para el culto.

Cuidemos más bien de la vida y el bienestar de las personas, de los demás seres vivientes y de la Naturaleza, y sigamos trabajando por la justicia social y por una sociedad recta en lo ético y en lo moral, y que la paz mundial, que es para el Judaísmo en general la señal inequívoca de la Venida del Mashíaj, llegue prontamente y en nuestros días.


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