Es verdad que sólo el hijo de madre judía es judío? El Judaísmo Liberal e Independiente responde



En el ámbito judío es muy bien conocida la postura oficial de varios sectores más tradicionalistas y conservadores del Judaísmo con respecto a quién es la persona que transmite el linaje judío. La respuesta de esta gran familia religiosa judía responde tajantemente que es únicamente la madre judía la que transmite la nacionalidad hebrea a sus hijos, pero que el padre judío no tiene esa posibilidad.

Las razones son abundantes, pero veamos algunas. Téngase en cuenta que, para el Judaísmo Liberal e Independiente, si una mishná del Talmud contradice la ética universal y la Torá, no es una mishná válida y mucho menos merece ser observada en alguna manera.

Quién Dice que la Madre Judía Observante Garantiza Hijos Observantes?

una postura esgrime la siguiente cita de la Torá: "No se casarán con ellos, ustedes no darán su hija a su hijo, y ustedes no tomarán a su hija para su hijo, que harán que su hijo se aleje de Mí y ellos adorarán a los dioses de los otros" (D’varím/Deuteronomio 7,3-4). Quienes defienden la exclusividad de la madre judía afirman que esta frase de la Torá advierte que los niños de los matrimonios de madre no-judía y padre judío, serán alejados del Judaísmo, explicando: "pues él (el padre no judío) hará que tu hijo se aleje ...", situación que según quienes defienden esta lectura de la Torá, jamás ocurrirá si la mamá es judía.

De lo anterior, se desprendieron algunas mishnót del Talmud que son citadas para ratificar que la identidad judía es matrilineal, y que para nada se tiene en cuenta al padre (B. Baba Batra 109b; B. Kidushín 68b). Pero estas mishnót son datos falsos porque en ninguna parte de la Torá, HaShem advierte: “no se case el varón judío con una mujer no-judía porque sus hijos no nacerán judíos”.

El hecho de que sea judía una mujer, no garantiza en ningún momento que los hijos continuarán fielmente la tradición judía. En el Pueblo Judío son miles de casos en los que hogares extremadamente observantes de la Torá (con mamá judía a la cabeza, obviamente!), han tenido como resultado hijos judíos que se han alejado por completo del Judaísmo, hastiados del fanatismo religioso y de las restricciones fundamentalistas y xenófobas transmitidas especialmente por sus mamás judías.

De aquí también podemos afirmar que el verdadero culpable de la asimilación no es la influencia de la cultura no-judía, sino del fanatismo, la xenofobia y el extremismo religioso con que muchos padres y madres judíos crían a sus hijos. Son ellos los que, con estas conductas destructivas, están destruyendo al Pueblo Judío, están causando que sus hijos judíos se aburran de las mitzvót y del estudio de la Torá, acaben odiando el aspecto religioso del Judaísmo y no quieran volver a saber nada al respecto.  

Trasmisión del Alma Judía por la Sangre?

Otra postura sostiene que no existe vínculo espiritual entre los hijos y el padre judío, ya que sólo la gestación puede hacer posible que la mamá judía transmita el alma judía al hijo o hija que lleva en su vientre. Por tanto, el hijo de papá judío y mamá no-judía no es, dicen ellos, halájicamente judío y que este niño o niña tendrá luego que someterse al proceso de conversión al Judaísmo si quiere continuar con la tradición judía.

Para el Judaísmo Liberal e Independiente, esta postura es un dato falso por cuanto ningún ser humano le transmite el alma de nada a ningún otro ser humano. Cada persona es creada por Dios de manera completa e integral sin que nadie interfiera en la transmisión de la naturaleza espiritual de la persona. Cada persona humana es perfecta y completa, tal como Dios es perfecto y completo. La Torá proclama: “vayibrá Elohím et-haAdám b’tzelmó b’tzélem Elohím bará, otó zajár unkevá bará otém” (y Dios creó al hombre a Su propia imagen, a imagen de Dios los creó: masculino y femenino los creó; Bereshít/Génesis 1,27), y también dice la Escritura: “Dios hizo perfecto al ser humano” (Kohélet/Eclesiastés 7,29).

Qué Muestran las Escrituras?

Tenemos varios casos concretos que demuestran que el varón hebreo también confiere la nacionalidad.

Hablemos de Yaakov Ben-Yitzjak.  Bilha y Zilpa, sus dos concubinas, no eran hebreas, pero dieron a luz a cuatro de sus hijos, que son contados entre los próceres de las 12 Tribus de Israel (Bereshit/Génesis cap. 30).

Yehuda, el cuarto hijo de Yaakov, se casó con su nuera Tamar, que no era hebrea sino cananea, y de ella nacieron Fares y Zéraj, quienes son contados como israelitas y quienes configuraron la tribu de Judá (Bereshit/Génesis cap. 38).

Yosef Ben-Yaakov se casó con una egipcia llamada Asenet, y de ese matrimonio nacieron Efraín y Manasés (Bereshit/Génesis 46,20), quienes entraron a ser contados entre los Hijos de Israel. Si se observase la postura talmúdica, entonces habría que invalidar por completo todas las descendencias israelitas de las tribus de Efraín y Manasés, y eliminar sus nombres de las 12 Tribus de Israel.

El cuarto caso es el matrimonio entre el Rey David y Batsheva (la que fue esposa de Urías el hitita). Batsheva, hasta donde la Escritura nos permite sondear, no era israelita, pues no hay referencia alguna de que su padre Eliam y su abuelo Aitófel de Guiló pertenecieran a alguna de las 12 Tribus, y tampoco se les menciona como miembros del Pueblo de Israel. Partiendo de este dato, entonces el rey Salomón no podría ser considerado halájicamente israelita, por cuanto su madre (Batsheva) no lo era, y así todos los descendientes de la Casa de David por medio de Salomón estarían halájicamente invalidados como judíos.

Bástenos estas cuatro pruebas bíblicas para demostrar que los sectores tradicionalistas y radicales judíos le mienten al Pueblo Judío y a la opinión pública en general cuando afirman que los hijos de padres judíos y madres no-judías no son judíos.

Ahora bien, HaShem advierte en la Torá: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos del Eterno vuestro Dios que yo os ordeno” (D’varím/Deuteronomio 4,2). La ley del vientre materno se estableció en su momento durante la invasión romana a Eretz Israel, y sus motivos eran razonables en aquel tiempo – si una mujer judía llegaba a ser violada por un soldado romano o por un hombre no-judío, el bebé fruto de esa violación nacía automáticamente judío, y eso desalentaba a los romanos varones de otros pueblos a pretender acceder sexualmente a una mujer judía –; fue una halajá muy útil en su tiempo, pero después de 2000 años ya es una halajá completamente obsoleta.

Recordemos lo que hemos denunciado acerca de cómo mantener cercos inútiles alrededor de la Torá está destruyendo al Pueblo Judío desde adentro. Claro está, esta afirmación es una terrible blasfemia para a el fanatismo de algunos tradicionalistas y radicales por igualar el Talmud al mismo nivel de autoridad y de santidad que la Torá.

Una postura más sostiene que durante los siglos de esclavitud en Egipto, supuestamente los varones israelitas se dejaron seducir de la idolatría y adulterios con las mujeres egipcias, mientras que las mujeres se mantuvieron castas y alejadas de los varones egipcios, y que por ese mérito Dios concedió a las mujeres israelitas el derecho de exclusividad de transmitir el linaje judío.

Lo sentimos! Nada de eso dice la Torá. Así que no nos sigan engañando más exigiéndonos obedecer mishnót obsoletas y rebuscadas! El fanatismo tradicionalista y radicalista judío debe admitir con profunda humildad que, a través de la Halajá, nos dijeron muchas mentiras usando el nombre de HaShem, de la Torá y de Am Israel con el objeto de perpetuar y sacralizar posturas xenófobas, elitistas, segregacionistas y discriminatorias que nada tienen que ver con el ideal y el corazón del Hacedor de Universo para el Pueblo Judío!


Podemos concluir entonces, y aquí entonces se establece la postura halájica a seguir para el Judaísmo Liberal e Independiente, es que cualquiera de los dos puede perfectamente transmitir nacionalidad judía: el papá o la mamá. Se preserva entonces el principio de igualdad de género propio del Judaísmo Liberal e Independiente, en donde además permitimos que nuestras mujeres se graduén de rabinas, ejerzan como cantoras, dirijan rezos y ocupen cargos directivos en las sinagogas. Somos Hijas e Hijos del Santo Bendito Sea, y varones y mujeres, por haber sido creados en igualdad de imagen y semejanza del Eterno (Bereshít/Génesis 1,27), gozamos de iguales derechos y deberes ante Él, ante Am Israel y ante la Humanidad entera.

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